Servicio del Día del Señor del 19 de febrero del 2023

Transformé su corazón para recibir al Rey

(Mateo 3:1-12)

Pastor Sung Hyun Kim

“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Esta voz que resonó en el desierto a través de la boca de Juan el Bautista no fue solo un llamado al arrepentimiento de algún mal. Sino la advertencia para cambiar la dirección de su vida y el ruego de que transformen su corazón. El grito de Juan el Bautista por un cambio interno fundamental fue un desafío inaceptable para los judíos, quienes creían que Dios los aceptaba porque eran descendientes de Abraham que había hecho un pacto con Dios. Sin embargo, ante los ojos de Dios, sus corazones ya eran sucios y constantemente salían de ellos acciones sucias.

Juan el Bautista persistió en el arrepentimiento para preparar el camino en donde vendría el Rey del reino de los cielos. Lo que el pueblo tendría que preparar para recibir a este Rey no eran riquezas ni un palacio majestuoso. Todo lo que este Rey pidió es el arrepentimiento de corazón. Por lo cual, Juan el Bautista es el mensajero que fue enviado de ante mano para hacer esta obra. Así como un mensajero va delante del rey para llenar los huecos y aplana los desniveles del camino, pide a las personas tener un cambio completo para la manifestación del Hijo de Dios.

Al escuchar las palabras de Juan el Bautista, muchos judíos se acercaron a Él y fueron bautizados. En esa época, el bautismo solo era hecho cuando los judíos decidían entrar en la fe judía, por lo que cuando un judío recibe el bautismo, confiesa por sí mismo que no pertenecía a Dios y era lo mismos que aceptar que no hay salvación en el judaísmo. Por lo tanto, el hecho de que tantos judíos se reunieron para recibir el bautismo era algo completamente impactante.

Pero algo más sorprendente era que entre las personas que vinieron para ser bautizados estaban los fariseos y saduceos. ¿Qué es lo que había ocurrido? ¿Será que ellos verdaderamente se arrepintieron? Juan el Bautista conociendo sus corazones dijo: “¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.” La razón por la que ellos deseaban recibir el bautismo no era para manifestar su determinación de que iban a vivir una vida transformada delante de Dios, sino manifestar su propia justicia prestando la autoridad de Juan el Bautista, quien era aceptado por el pueblo.

La esencia del bautismo es que la persona que ha entendido la gracia del Señor y la acepta, confiesa abiertamente su cambio interior y la determinación que le sigue. Si ha recibido el bautismo y no a tiene este cambio en su corazón, tiene que arrepentirse ahora. Si piensa que está cerca de Dios por el solo hecho de tener la formalidad en la vida de la iglesia o por tener cierto conocimiento del mundo espiritual, es muy equivocación. Aunque tenga un conocimiento acerca del mundo espiritual, no es más que un conocimiento. El conocimiento en sí mismo no puede salvarnos ni guiarnos. Lo que el Señor busca es el espíritu que ha nacido de nuevo, es decir, un corazón transformado. ¡El corazón rociado con la sangre del Señor! ¡El corazón que es sembrado con la palabra del Señor! ¿Usted tiene este corazón? Si es así, entonces ahora manifestemos esto con el fruto de las buenas obras.